El diario regional La Nueva España contiene, como
publicación semanal, un suplemento literario denominado Cultura, que consta de 8 caras. Viene integrado en el periódico, en
el mismo formato, por la asequible cantidad de 1,20€. Está formado por seis secciones: libros, cine, agenda, música, arte y
teatro, y cada uno de sus números viene
introducido por una ilustración exclusiva.
A
la hora de leerlo me he ido fijando en el nombre de los colaboradores que publican
prácticamente cada semana, y algunos de ellos son: Pablo García (ilustrador),
Andrés Montes (sección de entrevistas), Rubén Suárez (sección de arte), Cosme
Marina (sección de música), Eugenio Fuentes (“La Brújula”), Antón García (“Con
llingua propia”), Luis M. Alonso (“Bloc de notas”) y Tino Pertierra “Tinta
fresca”).
Se
trata de un suplemento mediante el cual, como bien indica su propio nombre,
podemos profundizar un poco más en la cultura y conocer las últimas novedades
de esta parte fundamental de nuestra vida.
Tras leer gran cantidad de ellos, que además he ido coleccionando, y como buena amante de la lectura, definitivamente mi sección favorita es la de libros.
El
artículo (pulse aquí) que más me ha llamado la atención viene en el suplemento del 2 de
Febrero. Se trata de una crítica a la novela negra y una presentación de un
libro de este género realizada por Alejandro M. Gallo.
Me
ha gustado puesto que es el género narrativo que acostumbro a leer y critica a
la perfección uno de los aspectos básicos a la hora de escribir una novela de
este género: la credibilidad de los hechos.
M. Gallo nos transmite las palabras del forense Miguel Oros, quién tras leer varias novelas de este género, llega a la conclusión de que no solamente les falta a los escritores la credibilidad en cuanto a escenarios, personajes y demás elementos relacionados con la realidad, sino que no se documentan adecuadamente para a continuación escribir una gran obra.
Un ejemplo que se
nos plantea en este artículo son las causas de la muerte. Los autores de novela
negra en muchos casos siguen el “todo vale” y dan por muerta a una persona a la
que simplemente se le han pegado tres tiros, sin tener en cuenta si han sido en
puntos vitales o no. Esta falta de realismo ha llevado a profesionales del
oficio a escribir novelas narrando cómo ocurren de verdad estos sucesos en la
calle. Este ha sido el caso de Olivier Norek.

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