En el año 1885 fue publicado en el suplemento literario del famoso diario El Imparcial una crítica realizada por Leopoldo Alas Clarín. Consistía en un cuento en el cual mostraba sus pensamientos respecto a la situación de Cuba y de la España de finales de siglo.¹
Se trata de un
análisis disfrazado de la situación política en el cual utiliza tres personajes
principales y un narrador omnisciente para contar la historia. Nos encontramos
a un duque, un teniente y una viuda.
El primero de ellos
es el “duque de Pergamino, marqués de Numancia, conde de Peñasarriba” que
representa a la vieja aristocracia. Numancia tiene un gran valor en la
literatura española, pues sus habitantes eran considerados como héroes por el
número de gente que mataban, consiguiendo así ser un símbolo en España. Este
duque era además consejero de ferrocarriles, el gran negocio de aquel tiempo,
pues si las vías del tren pasaban cerca de la ciudad la enriquecían. Y por si
fuera poco también era ex ministro de Estado y de Ultramar, lo cual le otorgaba
un buen puesto en la sociedad.
El segundo de ellos
es el teniente, el cual representa a la sociedad que se ve impotente ante la
obligación de abandonar a su familia para conseguir beneficios para terceros, llegando
incluso a morir por realizar la labor sin recibir ninguno de esos intereses.
Y por último, en
tercer lugar, tenemos a la viuda, que representa en cierta medida a las
mujeres. Estas no podían participar en la política, solo podían limitarse a
sufrir las muertes de sus seres queridos.
En este relato se
sitúa al lector en el contexto histórico mostrándole también algunas de las
costumbres del momento. Un ejemplo sería el atuendo de la viuda: llevaba un
velo, como el resto de las mujeres de aquellos años, debido a que en algunas
ocasiones no podían mostrar su cabello, como ocurre con las mujeres árabes.
También nos deja
ver cómo estaban las cosas en el ámbito del servicio militar, el cual solo era
obligatorio para los pobres, como es el caso del teniente. Si te tocaba por
sorteo pero tenías dinero para pagar la cantidad exigida te librabas, por lo tanto
eran los pobres los que morían allí ganando dinero para ayudar a su familia.
Con respecto al
narrador habla en tercera persona, reflejando de alguna manera los pensamientos
del duque. Leopoldo Alas nos permite ver su gran talento utilizando en un
párrafo del texto el estilo indirecto libre. En ese momento crea una cierta
confusión entre el duque y el narrador, pues lo que hace es incluir las
palabras de este en la historia sin ningún tipo de indicación, ni comillas ni
guión. ²
Por último cabe destacar que en aquella época el teatro era la manifestación artística más enriquecedora, por eso este texto conforma un relato con posibilidad de ser representado teatralmente, ya que como podemos observar utiliza dos diálogos; uno entre el duque y el teniente y otro entre el primero de ellos y la viuda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario