El pasado miércoles
8 de febrero tuvo lugar en la librería-café Santa Teresa, en Oviedo, un acto
cultural entorno a las revistas Anáfora y Maremágnum. Dicho acto constó de dos partes. En la primera, dos de
los coordinadores de ambas revistas contaron sus propias experiencias, y en la
segunda, colaboradores de ambas leyeron alguno de sus poemas.
El coloquio comenzó con el profesor José Luis
García Martín cuestionando el sentido de publicar una revista en papel frente a
los grandes avances de la tecnología. Comenzó Mario Vega, coordinador de Maremágnum, exponiendo que bajo su punto
de vista la lectura en pantalla es más rápida y por lo tanto se atiende más al
papel, mientras que Cristian David López, coordinador de Anáfora, afirmó que para él es más placentero poder tener contacto
con las hojas, además de poder establecer un hábito coleccionista. Por otra
parte, García Martín destacó la posibilidad de acceso universal en el formato
digital, pues a pesar de tener un precio asequible en el formato físico, no es
accesible para todo el mundo. <<Yo creo que es una pérdida gustosa, no es
tirar el dinero, sino que estás invirtiendo en cultura>> responde Mario
Vega ante el supuesto de que mayor cantidad de gente lea su revista en formato
digital.
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De izquierda a derecha: Cristian David López, Mario Vega y José Luis García Martín |
Tras esto el acto
cogió rumbo a centrarse en el contenido y las diferencias presentes entre ambas
revistas. Maremágnum es la
<<hermana pequeña>> de Anáfora.
Se estructura en tres partes: creación (incluye poemas y prosa), artículos o
ensayos, y por último, biografías. Es una revista de <<arte y poesía>>, denominada así porque la poesía es el arte
fundamental que trata, pero también cuenta con un ilustrador distinto para cada
número.
Por otro lado, Anáfora consta de cinco partes: poemas
inéditos, traducciones, prosas (ensayos cortos, diarios, aforismos..),
entrevista y crítica, pues como su subtítulo indica es una revista de <<creación y crítica>>.
Otra
diferencia que se nos mostró fue la manera en que cada revista selecciona a sus
colaboradores. Ambas piden colaboraciones y también reciben, la diferencia
reside en que mientras Maremágnum
publica lo que recibe y solamente cuenta con un autor consagrado que abre cada
número actuando como “maestro”, Anáfora
cuenta con más profesionales y no publica la mayoría de lo que recibe, siendo
su objetivo seguir una línea de poesía clara.
Para
poner fin a este enriquecedor acto contamos con la presencia de una gran
cantidad de colaboradores de ambas revistas, algunos inéditos. Esta última
parte ha tenido una especial acogida, pues no es algo que podamos presenciar a
menudo. Bajo mi punto de vista creo que todos ellos con la lectura de sus
poemas han conseguido no solamente transmitir lo que sienten, sino también
hacer que el público allí presente sintiera con ellos, tarea que considero muy
difícil. Una vez más queda demostrado que todos somos, y podemos, crear arte.
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